Ave fénix

10.12.2009 10:50


Perdiéndose 

sobre el empedrado de la vereda dormida
Alejan
  sus ecos
         los últimos pasos de los caminantes nocturnos
 
Aprovecha entonces el frío intenso las ausencias todas
para embriagarse con la sangre amorosa
que fluye de las  fuentes de tu corazón
 
Mientras, acecha Venus sobre la negra seda que vela el fulgor de las aguas diamantinas
 
No existen alamedas que rematen este castillo de sueños
Tan sólo vigilantes reflejos de lejanías hilados fundiendo sus raíces bailarinas
al compás suave de tímidos ronroneos marinos
 
  Inexpugnable paraje de paz
No hay lugar aquí para la desdicha, ni el desconsuelo
No existe el dolor, no existe el miedo
Ni muere el tiempo, ni se filtran lamentos
 
Entonces  ¿por qué se halla mi espíritu inquieto?
¿Qué derecho tiene a este lugar ensoñado
donde sólo se permiten las estelas de los enamorados?
 
Remonta, ave fenix, las voces del mar,
escapa e indaga
sobre la negrura del horizonte vedado
Descubre respuestas
No vuelvas sin ellas
 
Y cuéntame
De las cosas que fueron allá donde hoy viven
Y cuéntame
De las fantasías futuras deseosas de renacimientos
Y cuéntame
De los latidos vitales
que alumbran la acción trascendente y el compromiso sentido
 
Y cuéntame...
Cuéntame sobre todo...
por qué se rebela contra  esta placidez protectora mi pecho agitado.

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Miguel Cabeza