Escuela concertada, escuela humillada
30.07.2010 14:15
Una vez que se ha perdido la batalla de la magia: Ahora te devuelvo cuatrocientos euros, ahora te pongo ordenadores, ahora te suelto bonos-bebé, ahora la crisis no existe, ahora le prestamos dinero a Grecia…; queda la batalla de la realidad. Y con el mismo frenesí, nuestros gobernantes la quieren ganar: Ahora te bajo un cinco por ciento, ahora te regulo el empleo, ahora te subo el IVA, ahora me pienso lo de subirte los impuestos, ahora nos olvidamos de nuestros compromisos…
Yo no sé cómo acabará todo este monumental sarao, pero sé que algo ya se ha perdido irremediablemente: la credibilidad política. Pues la misma frivolidad –no por generosa, menos frívola- desplegada en la situación previa a la crisis, es la que ahora se viste de rigor, respuesta rápida y eficacia. Y es que la propia autoconciencia del desatino está encargándose de crear el desatino mayor.
Nuestros gobernantes, lejos del análisis tranquilo y riguroso que una crisis como ésta requiere, más cuando supone un final de ciclo (y no sólo económico, sino también social, cultural y anímico), se dedican a sacar de la chistera toda clase de chismes de intervención rápida (…ostras, que llegan las elecciones). Dándose el caso de que, según la comunidad autónoma de que se trate, puedan tocarte unas guinditas con sabor propio.
Así que (ignorando la máxima de Lao tse “nadie ve su reflejo en aguas turbias”): viva el chapoteo. Y Ahí entramos nosotros: La escuela concertada
“Porque claro –ha pensado alguien-, si les bajamos el sueldo a los funcionarios, por qué no a los de la concertada, que cobran con dinero público”. Y nuestro Govern “venga, pues dale ahí: Se cabrearan como todos, pero ya se les pasará”
Y se están equivocando.
Porque nuestro problema no es no querer ser solidarios (con los señores del ladrillo, los corruptos y los ineficaces… ¡Que ya hay que joderse!) en tiempos de crisis. Nuestro problema es la indignidad sostenida a la que se nos tiene sometidos desde hace la friolera de treinta años. Casi desde el parto constitucional.
Efectivamente, la constitución del 1978 reconoce en su artículo 27, la dualidad de la red de oferta del servicio público de la educación. La izquierda de aquel entonces, buscando el consenso, aceptaba la existencia de la red concertada y, la derecha, acepta la intervención social en el control y gestión de los centros financiados con fondos públicos.
A partir de ese momento, partidos como el mismo PSOE, recogieron en sus manifiestos internos y programas la necesidad de equiparar al profesorado de la doble red… Décadas después, seguimos limosneando (horarios y retribuciones) y escuchando sandeces del tipo “es que estos no han hecho oposiciones” (Oiga, con todo respeto: ¡Es que yo no quiero ser funcionario! ¿Lo puede entender?) Y décadas después tienen la desfachatez de a un personal que no es suyo y cobra por delegación de la titularidad concertada, de la noche a la mañana, contraviniendo compromisos (pagas veinticinco años, sexenios…), convenios, respetos y moralidades… sustraerle del CRIC (complemento retributivo para la homologación de la Illes Balears) el equivalente al 5% del funcionariado…
Mientras esto sucede, la escuela más barata para las arcas del Estado (la concertada) asume los riesgos de que no se le concierten módulos por falta de demanda. Riesgos que ninguna escuela pública asume ¿Sabe alguien cuantas escuelas públicas se han creado en zonas donde ya existía escuela concertada? ¿Dónde están los mapas de planificación escolar de todas las zonas correspondientes a las últimas décadas? ¿Cuántos centros se han creado para contentar a determinado alcaldes sin una suficiente justificación de plazas?... Doy fe que siendo Director de un centro educativo, la justicia dio la razón al centro que representaba, frente a la administración pública que pretendía disminuirnos un aula porque el colegio público cercano estaba vacío (¡Un colegio que se había construido después!)
Lamentaría si alguien piensa que intento satanizar a la escuela pública. Nada más errado. Tengo clarísima su necesidad y su papel fundamental en una sociedad solidaria. Y también la honesta eficacia de tantísimos de sus profesionales. De lo que estoy hablando es de otra cosa. Hablo de la hartura que produce la hipocresía y la estulticia que se asoma en el “nuevo talante”. La peor soberbia de los tiempos de Felipe González parece andar de nuevo descontrolada y suelta.
Y esta hartura es la que me lleva a decir: ¡Basta! Poneros tranquilos. No chapoteéis más y volver a la desiderata constitucional. Serenaos.
Para eso, ofrezco unas cuantas ideas, desde luego nada nuevas:
1. Normalizar ya el acceso a la función docente.
2. Armonizar y homogeneizar las condiciones laborales de los diferentes colectivos (sin olvidados del PND -vergüenza, sindicatos-!)
3. Ser eficientes y rigurosos en la planificación y control ¡de la doble red!... Y de los recursos (¿dónde vais repartiendo ordenadores, sin planes previos de formación, planificación de objetivos, mantenimiento…? ¿No os basta la experiencia de tanto equipamiento de laboratorios sin desembalar?) Y que cumpla la inspección igualitariamente.
4. Interiorizad (ayudaré con mis rezos) el respeto a los colectivos de la concertada.
5. Anulad las medidas “contra” el profesorado de la concertada; por precipitado, por injusto, por inmoral, por ilegal.
¡Sois el Govern, no asaltadores de caminos!